Viviendo una Vida Celestial a Través de Jesucristo

Caminando por el Camino Celestial

Mis hijos, estoy a vuestro lado, cuidando de todos vuestros asuntos. No estáis solos en esta tierra, siempre estoy con vosotros para ayudaros. Siempre que deseéis buscarme, sin duda me encontraréis. Porque a través de vuestra fe en Jesucristo, ya sois mis preciados hijos. Ya no os menospreciáis, sabéis lo que Jesucristo puede hacer, y vosotros también podéis hacerlo. Esto se debe a que, en el Espíritu Santo, todo lo hacéis con amor. No buscáis vuestro propio valor en esta tierra, ni la alabanza de los hombres.

La Fe en Jesucristo

Camináis por el camino celestial, no porque veáis algo bueno en vosotros mismos, ni porque el Espíritu Santo os haya convencido, sino por el amor y la unión conmigo. Vuestra acción es de fe, creyendo que controlo todas las cosas, creyendo que mis intenciones para vosotros son de paz y bondad. Frente a toda tentación, no os tambaleáis, sino que confiáis firmemente y creéis firmemente. Y vuestra fe no surge de la persistencia de vuestra propia voluntad.

Siguiendo al Espíritu Santo

Por el contrario, es porque os negáis a vosotros mismos, y cada día en esta tierra seguís al Espíritu Santo. Todo lo que hacéis proviene no de vuestras ideas, sino de las revelaciones del Espíritu Santo en vuestro interior. De esta manera, al caminar diariamente con el Espíritu Santo, comprendéis claramente todas las cosas celestiales, haciendo fácil vivir de manera celestial. Esto no proviene de la voluntad humana, sino del poder celestial, de la vida celestial que reside dentro de vosotros.

Manifestando la Vida Celestial

Aquellos que vienen del cielo aman lo celestial, entienden claramente lo que el Espíritu Santo desea, y pueden caminar completamente con el Espíritu Santo, logrando todo plenamente. Tal vida ya está dentro de vosotros. No necesitáis preocuparos por cómo manifestarla, porque la vida celestial se manifiesta por sí misma activamente. Solo tenéis que rechazar lo propio, dejando que lo celestial se manifieste en vosotros. Al cargar diariamente vuestra propia cruz y seguir a Jesucristo, y al estar en la condición de muerte de Jesucristo, la vida que viene del cielo se manifiesta en vosotros. Así como Jesucristo resucitó de entre los muertos, lo que antes Jesucristo podía hacer, vosotros también podéis hacerlo. Porque ahora compartís la misma vida con él. Podéis lograr todo, no por vosotros mismos, sino por vuestra decidida elección del Espíritu Santo.

La Elección del Espíritu Santo

Y seguir firmemente, sin retrasar los pasos. Cuando esperáis, también soportáis la espera, ya sea avanzando o deteniéndoos, todo es por fe. Mis hijos, vuestra fe es un añadido venido del cielo, no es algo que las personas deduzcan por sí mismas. Los ejercicios físicos no pueden lograr lo que es del cielo. Pero siempre debéis creer, creer que la obra que se os ha encomendado continúa sin cesar.

Un Verdadero Testimonio de Jesucristo

En todo, seguís firmemente al Espíritu Santo. Examinad detenidamente el origen de vuestras ideas, y veréis que el camino celestial se vuelve cada vez más claro. Porque cada vez que obedecéis, el espíritu se fortalece aún más, y la carne se debilita aún más, haciendo que vuestra próxima elección sea más fácil. Vuestra construcción no se detiene, porque estaréis guiados por el Espíritu Santo, manifestando verdaderamente todas las riquezas que habéis obtenido en Jesucristo con vuestra vida en esta tierra, siendo así un verdadero testimonio de Jesucristo.


¿Cómo podemos entender y aplicar el concepto de negarnos a nosotros mismos para seguir al Espíritu Santo?

El concepto de negarnos a nosotros mismos para seguir al Espíritu Santo es fundamental en la vida cristiana y se basa en la enseñanza de Jesús, quien dijo que si alguien quiere ser su discípulo, debe negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirle (Mateo 16:24). Esta negación de uno mismo implica un acto de rendición y dependencia total de Dios.

Para entender y aplicar este concepto, es importante considerar varios aspectos:

  1. Reconocimiento de la Dependencia: Debemos reconocer que nuestras propias ideas, deseos y razonamientos pueden ser limitados y a menudo están en conflicto con la voluntad de Dios. La negación de uno mismo comienza con la comprensión de que no podemos confiar en nuestra propia sabiduría, sino que necesitamos la guía del Espíritu Santo.

  2. Seguir la Guía del Espíritu: La Escritura nos enseña que el Espíritu Santo es quien nos guía a toda verdad (Juan 16:13). Para seguir al Espíritu, debemos estar dispuestos a escuchar y obedecer sus impresiones en nuestro espíritu. Esto requiere un corazón abierto y una disposición a actuar según lo que el Espíritu nos revela, incluso si va en contra de nuestras inclinaciones naturales.

  3. La Colaboración entre el Espíritu y la Mente: Como se menciona en los documentos, el espíritu y la mente deben trabajar juntos. El espíritu, iluminado por el Espíritu Santo, nos da intuiciones y percepciones sobre la voluntad de Dios. Luego, nuestra mente debe esforzarse por entender y aplicar esas revelaciones. Esto significa que debemos orar y buscar la claridad en nuestra mente sobre lo que el Espíritu nos está mostrando.

  4. Práctica de la Oración y la Espera: Negarse a uno mismo también implica dedicar tiempo a la oración y a la espera en la presencia de Dios. Esto nos ayuda a discernir la voz del Espíritu y a recibir su dirección. La oración es un medio a través del cual podemos expresar nuestra dependencia de Dios y pedirle que nos guíe.

  5. Actuar con Fe: Seguir al Espíritu Santo requiere fe. A menudo, lo que el Espíritu nos guía a hacer puede no tener sentido desde una perspectiva humana. Sin embargo, al actuar con fe, demostramos nuestra confianza en que Dios tiene un plan y que su guía es siempre para nuestro bien.

  6. Renuncia a los Deseos Carnales: Finalmente, negarnos a nosotros mismos significa renunciar a los deseos carnales y a las acciones que no glorifican a Dios. Esto implica un proceso de santificación donde el creyente busca vivir de acuerdo con los principios del Reino de Dios, dejando atrás lo que es contrario a su voluntad.

En resumen, negarnos a nosotros mismos para seguir al Espíritu Santo es un proceso continuo de rendición, escucha, oración y acción en fe. Al hacerlo, permitimos que el Espíritu Santo nos transforme y nos guíe en nuestra vida diaria, llevándonos a cumplir la voluntad de Dios.

¿Cómo influye la fe que viene del cielo en nuestras decisiones y acciones diarias?

La fe que viene del cielo tiene un impacto profundo en nuestras decisiones y acciones diarias, ya que actúa como un principio fundamental en nuestra relación con Dios y en nuestra vida espiritual. Según las enseñanzas bíblicas, la fe no solo es un acto de creencia, sino que también tiene una función activa en nuestra vida.

Primero, la fe nos permite acceder a las promesas de Dios. En Hebreos 11:1 se nos dice que «la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Esto significa que, al tener fe, podemos estar seguros de que Dios cumplirá sus promesas, lo que nos motiva a actuar con confianza en nuestras decisiones.

Además, la fe influye en nuestra manera de ver y enfrentar las circunstancias. Cuando confiamos en Dios y en su palabra, somos capaces de tomar decisiones que reflejan esa confianza, incluso en situaciones difíciles. Por ejemplo, en Marcos 11:24 se nos enseña que «todo lo que pidáis en oración, creed que lo recibiréis, y os vendrá». Esto implica que nuestra fe en la respuesta de Dios a nuestras oraciones puede guiarnos en nuestras acciones y decisiones.

La fe también nos ayuda a discernir la voluntad de Dios en nuestras vidas. Al estar en comunión con Él y al estudiar su palabra, podemos entender mejor su propósito y dirección, lo que nos lleva a tomar decisiones que están alineadas con su voluntad. La fe actúa como un faro que ilumina nuestro camino, guiándonos hacia acciones que glorifican a Dios.

Finalmente, la fe nos capacita para actuar en amor y servicio hacia los demás. Cuando nuestra fe está viva, nos impulsa a vivir de manera que refleje el amor de Cristo, lo que se traduce en decisiones que benefician a otros y que promueven la unidad y la paz.

En resumen, la fe que viene del cielo influye en nuestras decisiones y acciones diarias al proporcionarnos confianza en las promesas de Dios, guiarnos en la toma de decisiones, ayudarnos a discernir su voluntad y motivarnos a actuar en amor hacia los demás.

¿De qué manera puede fortalecerse nuestro espíritu y debilitarse nuestra carne a través de la obediencia al Espíritu Santo?

Para fortalecer nuestro espíritu y debilitar nuestra carne a través de la obediencia al Espíritu Santo, es fundamental entender que la vida cristiana implica una lucha constante entre estos dos aspectos. La carne, que representa nuestra naturaleza humana y sus deseos, puede ser un obstáculo para vivir en plenitud la vida espiritual que Dios desea para nosotros.

  1. Obediencia al Espíritu Santo: Al seguir la guía del Espíritu Santo, nos alineamos con la voluntad de Dios. Esto implica renunciar a nuestros propios deseos y confiar en la dirección divina. La obediencia nos permite experimentar el poder transformador del Espíritu, lo que fortalece nuestro espíritu.

  2. Renuncia a la carne: La carne, con sus deseos y pensamientos, debe ser crucificada. Esto significa que debemos rechazar todo lo que proviene de nuestra naturaleza pecaminosa, incluso las cosas que pueden parecer buenas desde una perspectiva humana. Como se menciona en los documentos, «不只‘肉體的邪情私慾,’已經‘釘在十字架上了,’並且‘肉體’也已經釘在十字架上了。» Esto implica que debemos estar dispuestos a dejar de lado nuestras propias capacidades y confiar completamente en el poder del Espíritu.

  3. Vivir en el Espíritu: Al vivir en el Espíritu, cultivamos una relación más profunda con Dios. Esto se logra a través de la oración, la meditación en la Palabra y la comunión con otros creyentes. La Escritura nos enseña que «因爲真受割禮的,乃是我們這以神的靈敬拜,在基督耶穌裏誇口,不靠着肉體的。» Esto significa que nuestra adoración y servicio deben ser impulsados por el Espíritu, no por nuestras propias fuerzas.

  4. Desarrollo del carácter espiritual: A medida que obedecemos al Espíritu, comenzamos a manifestar los frutos del Espíritu en nuestras vidas, como el amor, la alegría, la paz, la paciencia, entre otros. Estos frutos son evidencia de un espíritu fortalecido y una carne debilitada.

  5. Dependencia de la gracia de Dios: Reconocer que nuestra propia fuerza es insuficiente es crucial. La verdadera fortaleza espiritual proviene de la gracia de Dios. Al aceptar nuestra debilidad y depender de Su poder, podemos experimentar una transformación real.

En resumen, al obedecer al Espíritu Santo, renunciar a la carne y vivir en una relación íntima con Dios, nuestro espíritu se fortalece y nuestra carne se debilita, permitiéndonos vivir una vida que agrada a Dios.


La guía del Espíritu Santo

La guía del Espíritu Santo es un tema fundamental en la vida del creyente. Según las enseñanzas bíblicas, el Espíritu Santo actúa como un consejero y guía, ayudando a los creyentes a discernir la voluntad de Dios y a vivir de acuerdo con Su propósito.

El Espíritu Santo nos guía a través de la Palabra de Dios, que es viva y eficaz, como se menciona en Hebreos 4:12. Esta Escritura nos enseña que la Palabra de Dios puede dividir el alma y el espíritu, permitiéndonos entender la diferencia entre nuestras emociones y deseos (alma) y la dirección divina (espíritu). Es esencial que los creyentes busquen esta guía espiritual y estén atentos a la voz del Espíritu en sus vidas.

Además, se enfatiza que la búsqueda de la guía del Espíritu Santo no debe basarse en emociones superficiales o experiencias sensoriales, sino en una relación profunda y auténtica con Dios. La verdadera experiencia del Espíritu Santo se manifiesta en la vida del creyente a través de la obediencia y el seguimiento de Su dirección, lo que implica vivir en armonía con la voluntad de Dios y actuar en fe.

La guía del Espíritu Santo también se relaciona con la idea de que debemos estar dispuestos a ser usados por Él. Si el Espíritu Santo no puede obrar a través de nosotros, puede elegir a otros para cumplir Su propósito. Por lo tanto, es crucial que los creyentes se mantengan en sintonía con el Espíritu, permitiendo que Él dirija sus pasos y acciones en todo momento.

En resumen, la guía del Espíritu Santo es un proceso continuo que requiere atención, obediencia y una disposición a seguir Su dirección, lo que resulta en una vida que refleja la voluntad de Dios y avanza en el camino del evangelio.

La fe en Jesucristo

La fe en Jesucristo es fundamental en la vida cristiana. Según las Escrituras, la fe es la confianza y la creencia en la persona y obra de Jesucristo. En el Evangelio, Jesús se presenta no solo como el dador de luz, vida y verdad, sino como la esencia misma de estas realidades. Él dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14:6), lo que indica que la relación con Él es el medio para alcanzar la salvación y la vida eterna.

La fe en Jesucristo implica reconocer que Él es el Hijo de Dios, que vino al mundo para redimir a la humanidad a través de su muerte y resurrección. En Efesios 1:7 se menciona que «en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados, según las riquezas de su gracia». Esto resalta la importancia de la fe en la obra redentora de Cristo, que nos ofrece perdón y reconciliación con Dios.

Además, la fe no es solo un acto inicial, sino un estilo de vida. En Romanos 1:17 se dice que «el justo por la fe vivirá», lo que implica que la fe debe ser una parte integral de nuestra existencia diaria, guiándonos en nuestras decisiones y acciones.

La fe también es un regalo de Dios, como se menciona en Efesios 2:8-9, donde se dice que «por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios». Esto nos recuerda que no podemos ganar nuestra salvación por obras, sino que es un acto de gracia divina que debemos aceptar con fe.

En resumen, la fe en Jesucristo es la base de la vida cristiana, que nos conecta con Dios, nos ofrece salvación y nos guía en nuestro caminar diario. Es una fe que se manifiesta en la confianza en su palabra, en su obra redentora y en su presencia en nuestras vidas.

La vida celestial manifestada en la tierra

La vida celestial manifestada en la tierra se refiere a cómo los creyentes, a través de su relación con Cristo, deben expresar la vida divina en su existencia diaria. Según las enseñanzas bíblicas, aunque los cristianos han sido elevados a una posición celestial en Cristo, su vida en la tierra debe reflejar esa realidad espiritual.

En el contexto de la creación, se menciona que Dios creó a los peces y a las aves, cada uno con su forma de vida, pero todos compartiendo la misma esencia de vida que Dios les otorgó. Esto ilustra que, aunque los creyentes pueden tener diferentes formas y personalidades, todos comparten la misma vida que proviene de Cristo. Así como los peces viven en el agua y las aves en el aire, los cristianos deben manifestar la vida de Cristo en su entorno terrenal.

La Escritura nos exhorta a que nuestra vida sea un reflejo de la luz de Cristo en este mundo. En Filipenses 2:15-16 se nos dice que debemos brillar como luces en medio de una generación torcida, mostrando el camino de la vida. Además, en Colosenses 3:3-5 se nos recuerda que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, lo que implica que debemos vivir de acuerdo con esa nueva identidad, mortificando nuestras acciones terrenales y manifestando la vida celestial.

Por lo tanto, la manifestación de la vida celestial en la tierra implica que los creyentes deben vivir de tal manera que su comportamiento, actitudes y acciones reflejen la vida y el carácter de Cristo, siendo un testimonio de Su amor y gracia en el mundo.

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