
En «Susurros del Padre,» comparto las revelaciones y enseñanzas provenientes de nuestro Padre Celestial, guiado por el Espíritu Santo.
Por la misericordia de nuestro Padre Dios, he recibido el don de hablar Sus palabras directamente. «Susurros del Padre» es un podcast que he estado grabando diariamente desde julio de 2021 bajo la guía del Padre, con el propósito de compartir Su voluntad diaria con Sus hijos.
El contenido de este programa no está preparado de antemano. Cada vez que presiono el botón de grabación, no sé lo que voy a decir. Sin embargo, al comenzar a hablar, el Espíritu Santo me guía y me hace comprender claramente el significado de cada palabra. En mi corazón, organizo las palabras para expresar la intención del Padre y luego las pronuncio. Cada frase lleva la revelación del Padre y mi participación.
Este proceso se siente como si el Padre me estuviera tomando de la mano, guiándome paso a paso hasta completar el mensaje del día.
Oro para que este programa ayude a mis hermanos y hermanas a acercarse más a nuestro Padre Celestial y los inspire a buscar Su palabra, desarrollando una relación personal más profunda con Él. Que todos recibamos orientación y revelaciones directamente del Padre, sin depender únicamente de las palabras de otros, y construyamos una conexión personal profunda con Él.
Nota: La voz en este podcast es generada por IA basada en mi guion en chino, en lugar de ser mi voz real. Las grabaciones originales fueron publicadas en «早晨傾聽父的話 Whisper from the Father.»
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Mis hijos, en este episodio, os invito a reflexionar sobre la segunda venida de Jesucristo y cómo el Espíritu Santo os guía hacia la verdad eterna. Aprenderéis que la verdadera fuerza no proviene de vosotros, sino de la gracia celestial que recibís al arrepentiros y seguir el camino divino. Vivir como Jesucristo es el mejor testimonio. Cuando el cielo descienda, vuestra gloria será evidente. Este viaje no se trata solo de conocimiento bíblico, sino de una vida en comunión con el Espíritu Santo, reflejando el carácter celestial. Escucharos es conocer a Jesús. ¡Acompañadme en este camino hacia lo eterno!
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La Segunda Venida de Jesucristo y el Espíritu Santo
Preparación para la Segunda Venida
Mis hijos, sin duda anheláis la segunda venida de Jesucristo. Cuando Jesús regrese, lo que habéis acumulado para vosotros será abundante. Porque en esta tierra, cada día seguís al Espíritu Santo, haciendo que todo lo que hacéis tenga un valor eterno.
Comunión con el Espíritu Santo
Vuestras ideas no provienen de vosotros mismos, sino que están enfocadas en las cosas del cielo. Debido a que el Espíritu Santo reside en vosotros, comprendéis fácilmente todas las cosas celestiales. El Espíritu Santo os instruye activamente y os conduce hacia toda verdad. Todo lo que hacéis será discernido por las manos del Espíritu Santo, para que entendáis vuestra propia naturaleza.
El Arrepentimiento y la Gracia
Si estáis dispuestos a arrepentiros de vuestros actos pasados y a seguir el camino celestial de ahora en adelante, tendréis fuerza, porque a todas las demandas celestiales se os añadirá ayuda, y esto es precisamente la gracia. Todo lo que lográis no es por vuestra propia fuerza. Porque las personas de la tierra no comprenden las leyes celestiales, ni pueden cumplirlas. Lo que debéis lograr es arrepentiros de vuestros actos pasados y vivir la nueva vida que reside en vosotros.
Manifestación del Reino de los Cielos
Veis que todas las cosas son buenas, confiáis en que yo lo manejo todo y seguís fielmente los pasos del Espíritu Santo. Lograréis todo sin perder nada, y seréis guardados en todas las cosas. Veréis el reino de los cielos descender entre vosotros.
El Testimonio de una Vida Celestial
En tiempos de oscuridad en la tierra y el cielo, vuestra gloria será evidente. Cualquiera puede ver que la ayuda que recibís no es de este mundo, sino del cielo. Porque os amáis unos a otros, otros pueden reconocer que sois el pueblo celestial, mis hijos. Vivís vuestras vidas al estilo de Jesucristo, lo cual es el mejor testimonio. No se predica con palabras, se vive. Conoceros es como conocer a Jesucristo, y escucharos es como escuchar a Jesús.
Firmeza en la Fe
Podéis lograr esto no porque sepáis mucho sobre la Biblia, sino porque cada día en esta tierra seguís al Espíritu Santo. Una vida que viene del cielo crece verdaderamente dentro de vosotros. Todo vuestro ser, tanto interior como exteriormente, refleja el carácter celestial, mis hijos.Aquellos que siguen al Espíritu Santo pueden lograr todo, porque esa es la gran fuerza que creó el cielo y la tierra. Siguiendo y colaborando con el Espíritu Santo, también participáis y compartís conmigo la gloria del reino celestial. Vuestra herencia en el cielo es real y eterna. En esta tierra, no como aquellos que solo acumulan para sí mismos, que, sin importar cuánto acumulen, nunca están satisfechos y al final, en el momento del juicio, no les queda nada, quedan empobrecidos.
El Juicio y el Gozo Eterno
Cuando Jesucristo regrese, podréis estar firmes, porque veréis que el que juzga toda la tierra es el mismo Jesucristo que siempre habéis conocido y seguido. Vuestros corazones se alegrarán, porque veréis que todo lo que habéis hecho ha tenido un efecto real.
Examinando el Origen de Vuestras Ideas
Mis hijos, debéis examinar cuidadosamente si cada una de vuestras ideas proviene de vosotros mismos o del Espíritu Santo que elegís. Si optáis por lo celestial, cuanto más elijáis, más fácil será, porque cada acto de obediencia fortalecerá vuestro espíritu y debilitará vuestro cuerpo.
Construcción del Carácter Celestial
Vuestra construcción es real, superior a lo que los hombres pueden planear por sí mismos. Quien os construye viene del cielo, es la obra del Espíritu Santo dentro de vosotros. Lo que los hombres planean por sí mismos termina siendo material y no puede construir lo celestial.
Renuncia Personal y Vida Celestial
Mis hijos, no os preocupéis por cómo actuar; simplemente renunciad a vosotros mismos y así manifestaréis verdaderamente la vida celestial en vosotros.
¿Cómo nos afecta diariamente nuestra relación con el Espíritu Santo?
Nuestra relación diaria con el Espíritu Santo tiene un impacto profundo en varios aspectos de nuestra vida espiritual y práctica. En primer lugar, el Espíritu Santo actúa como nuestro guía y consejero. A través de Su presencia, podemos recibir dirección y discernimiento en nuestras decisiones cotidianas. Esto significa que, al estar en sintonía con el Espíritu, podemos entender mejor la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Además, el Espíritu Santo nos capacita para vivir de acuerdo con los principios de la fe cristiana. Cuando permitimos que el Espíritu trabaje en nosotros, experimentamos una transformación interna que nos ayuda a resistir la tentación y a manifestar el fruto del Espíritu, que incluye amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. Esta transformación no solo afecta nuestra conducta, sino también nuestras relaciones con los demás, promoviendo un ambiente de amor y unidad.
La relación con el Espíritu Santo también nos proporciona poder para servir a los demás. No se trata solo de compartir conocimientos o doctrinas, sino de permitir que nuestra vida espiritual se exprese a través de acciones que impacten a quienes nos rodean. Cuando nuestro espíritu está en comunión con el Espíritu Santo, nuestra capacidad de ministrar y edificar a otros se ve incrementada.
Finalmente, el Espíritu Santo nos ayuda a mantener una conciencia limpia y un corazón sincero ante Dios. A medida que nos entregamos a Su dirección, nuestra conciencia se agudiza, lo que nos permite reconocer y arrepentirnos de nuestros pecados, manteniendo así una relación saludable con Dios.
En resumen, nuestra relación diaria con el Espíritu Santo afecta nuestra guía, transformación, capacidad de servicio y nuestra conciencia espiritual, lo que resulta en una vida más plena y alineada con los propósitos de Dios.
¿De qué manera nuestro arrepentimiento y nueva vida en Cristo se refleja en nuestras acciones diarias?
Nuestro arrepentimiento y nueva vida en Cristo se reflejan en nuestras acciones diarias de varias maneras significativas. En primer lugar, el arrepentimiento genuino implica un cambio de corazón y mente, lo que se traduce en una transformación en nuestra forma de pensar y actuar. Según las enseñanzas bíblicas, el arrepentimiento no es solo un reconocimiento de nuestros pecados, sino una decisión consciente de alejarnos de ellos y volvernos hacia Dios. Esto se manifiesta en un deseo de vivir de acuerdo con los principios y valores del Reino de Dios.
Además, la nueva vida en Cristo nos lleva a actuar con amor y compasión hacia los demás. Como se menciona en las Escrituras, aquellos que han experimentado la gracia de Dios y han sido transformados por su amor, tienden a mostrar ese mismo amor en sus interacciones diarias. Esto puede incluir actos de servicio, perdón a quienes nos han ofendido, y una actitud de humildad y gratitud.
También, el arrepentimiento y la nueva vida en Cristo nos motivan a buscar la justicia y la verdad en nuestras acciones. Esto significa que nos esforzamos por vivir de manera ética y justa, evitando comportamientos que puedan dañar a otros o a nosotros mismos. La vida en Cristo nos impulsa a ser testigos de su luz en un mundo que a menudo está lleno de oscuridad.
Finalmente, es importante recordar que esta transformación no es solo un esfuerzo humano, sino que es el resultado de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. A medida que dependemos de Dios y permitimos que Él trabaje en nosotros, nuestras acciones diarias comenzarán a reflejar más claramente nuestra nueva identidad en Cristo. En resumen, nuestro arrepentimiento y nueva vida en Cristo se manifiestan en un cambio de corazón que se traduce en amor, justicia, humildad y un deseo de vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
¿Cómo podemos discernir si nuestras ideas provienen de nosotros mismos o del Espíritu Santo?
Para discernir si nuestras ideas provienen de nosotros mismos o del Espíritu Santo, es fundamental aprender a distinguir entre lo que surge de nuestro espíritu y lo que proviene de nuestra alma. A menudo, los pensamientos pueden parecer similares, pero hay maneras de diferenciarlos.
Conocimiento Intuitivo: El Espíritu Santo trabaja en nuestro espíritu, dándonos un conocimiento intuitivo de las cosas. Este tipo de conocimiento no es simplemente un pensamiento racional, sino una percepción profunda que puede surgir sin un razonamiento consciente. Es importante estar atentos a estas impresiones internas.
La Luz del Entendimiento: Cuando el Espíritu Santo ilumina nuestra mente, nos ayuda a comprender y dar sentido a lo que hemos percibido en nuestro espíritu. Esto significa que, aunque el conocimiento inicial provenga del Espíritu, nuestra mente también debe ser renovada y alineada con esa revelación.
La Ley del Espíritu: Es esencial entender la ley del Espíritu. Si seguimos la dirección del Espíritu y actuamos conforme a sus principios, es más probable que recibamos guía y revelación. Si nuestras acciones y pensamientos están en sintonía con esta ley, podemos confiar más en que provienen del Espíritu Santo.
Discernimiento Espiritual: A medida que crecemos en nuestra vida espiritual, debemos aprender a discernir entre lo que es espiritual y lo que es meramente emocional o mental. Esto implica una práctica constante de oración, meditación en la Palabra de Dios y una vida de obediencia al Espíritu.
Evaluación de los Resultados: Finalmente, los frutos de nuestras ideas pueden ser un indicador. Si las ideas llevan a paz, amor y edificación, es probable que provengan del Espíritu. En cambio, si generan confusión, ansiedad o división, pueden ser más bien de nuestra propia mente.
En resumen, el discernimiento entre nuestras ideas y las del Espíritu Santo requiere una combinación de intuición espiritual, entendimiento renovado, alineación con la ley del Espíritu y evaluación de los frutos que producen.
La Segunda Venida de Cristo
La Segunda Venida de Cristo es un tema central en la enseñanza bíblica, mencionado tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. La Escritura nos enseña que Cristo no solo vino una vez en forma de carne para llevar a cabo la obra de redención, sino que también regresará en el futuro.
En el Nuevo Testamento, encontramos numerosas referencias a la Segunda Venida. Por ejemplo, en el Evangelio de Juan, Jesús dice: «Voy a preparar lugar para ustedes; y si voy y les preparo lugar, vendré otra vez y los recibiré a mí mismo» (Juan 14:2-3). Esto indica que su regreso es una promesa para los creyentes.
Además, en Hechos 1:10-11, cuando Jesús asciende al cielo, dos ángeles dicen a los discípulos: «Este mismo Jesús, que ha sido tomado de entre ustedes al cielo, volverá de la misma manera que lo han visto ir al cielo». Esto refuerza la certeza de su regreso.
Las cartas de Pablo también enfatizan la importancia de esperar la venida del Señor. En 1 Tesalonicenses 1:10, se menciona que los creyentes esperan a su Hijo desde los cielos, quien fue resucitado de entre los muertos. Asimismo, en Filipenses 3:20, se dice que los creyentes son ciudadanos del cielo y esperan a su Salvador, el Señor Jesucristo.
La Segunda Venida de Cristo también está relacionada con el juicio y la restauración. En Hebreos 9:28 se afirma que Cristo aparecerá por segunda vez, no para tratar con el pecado, sino para salvar a aquellos que lo esperan. Esto implica que su regreso traerá salvación y redención completa para los que han creído en Él.
En resumen, la Segunda Venida de Cristo es un evento esperado por los cristianos, que trae consigo la esperanza de la redención final y la restauración de todas las cosas. La Biblia nos llama a estar vigilantes y preparados, viviendo en santidad y en expectativa de su gloriosa aparición.
El papel del Espíritu Santo en la vida del creyente
El papel del Espíritu Santo en la vida del creyente es fundamental y se manifiesta de diversas maneras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo actuaba en las personas, pero no habitaba en ellas de manera permanente. Su función incluía dar vida y capacitar a los creyentes para cumplir con la voluntad de Dios.
Sin embargo, en el Nuevo Testamento, se introduce un aspecto nuevo y transformador: el Espíritu Santo habita en el creyente. Esto se establece claramente en Juan 14:17, donde Jesús dice que el Espíritu estará en los creyentes. Esta presencia del Espíritu Santo en el corazón del creyente tiene varias implicaciones:
Nueva Vida: El Espíritu Santo es quien da nueva vida a los creyentes, lo que se conoce como el nuevo nacimiento. Esto es esencial para la salvación y la transformación espiritual.
Santificación: El Espíritu Santo trabaja en el creyente para hacerle más como Cristo, ayudándole a vivir una vida santa y a producir el fruto del Espíritu, que incluye amor, gozo, paz, paciencia, entre otros.
Guía y Dirección: El Espíritu Santo guía a los creyentes en su vida diaria, ayudándoles a discernir la voluntad de Dios y a tomar decisiones que estén alineadas con Su propósito.
Convicción de Pecado: El Espíritu Santo también convence al creyente de su pecado, llevándolo al arrepentimiento y a una relación más profunda con Dios.
Empoderamiento para el Servicio: El Espíritu Santo otorga dones espirituales a los creyentes, capacitándolos para servir en la iglesia y en el mundo, y para ser testigos de Cristo.
Comunicación con Dios: A través del Espíritu Santo, los creyentes pueden tener una relación íntima con Dios, orando y comunicándose con Él de manera efectiva.
En resumen, el Espíritu Santo es esencial para la vida del creyente, ya que no solo le da nueva vida, sino que también le guía, le santifica, le empodera y le ayuda a mantener una relación cercana con Dios.
La gracia y el arrepentimiento en la fe cristiana
En la fe cristiana, la gracia y el arrepentimiento son conceptos fundamentales que están intrínsecamente relacionados. La gracia se refiere al favor inmerecido de Dios hacia la humanidad, que se manifiesta a través del sacrificio de Jesucristo. Es un regalo que no podemos ganar por nuestras obras, sino que se recibe por fe.
El arrepentimiento, por otro lado, es una respuesta necesaria a la gracia de Dios. Se define como un cambio de corazón y mente respecto al pecado y a nuestra condición de pecadores. Implica reconocer nuestros errores y pecados, y tener un deseo genuino de apartarnos de ellos y volvernos hacia Dios. Este proceso de arrepentimiento es visto como un acto de autocrítica y de aceptación de la verdad sobre nosotros mismos, iluminados por la gracia divina.
La Escritura enseña que el arrepentimiento es un paso esencial para recibir el perdón de los pecados. En Hechos 2:38, se menciona que debemos «arrepentirnos y ser bautizados en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados». Esto indica que el arrepentimiento es un requisito previo para experimentar la gracia de Dios en forma de perdón y la recepción del Espíritu Santo.
Además, el arrepentimiento no es solo un acto único, sino un proceso continuo en la vida del creyente. A medida que crecemos en nuestra relación con Dios, somos llamados a seguir arrepintiéndonos y buscando Su gracia, lo que nos lleva a una transformación espiritual y a una vida más alineada con los principios del Evangelio.
En resumen, la gracia y el arrepentimiento son dos caras de la misma moneda en la fe cristiana. La gracia de Dios nos ofrece el perdón y la salvación, mientras que el arrepentimiento es nuestra respuesta a esa gracia, un reconocimiento de nuestra necesidad de Dios y un compromiso de vivir de acuerdo a Su voluntad.