Viviendo una Vida Guiada por el Espíritu Santo

La Fuerza del Espíritu Santo en Vosotros

Mis hijos, en todas las cosas, aprenderéis que el valor que viene del cielo está dentro de vosotros. Lo que seguís no son los conocimientos y razonamientos humanos, sino que el Espíritu Santo habita en vosotros y os enseña personalmente todas las cosas. Podéis entender la voluntad del Espíritu Santo sin necesidad de mediadores. Por Jesucristo, venid ante mí sin barreras, pues el Espíritu Santo ya habita en vosotros.

Lo Logrado por Jesucristo

Esto es lo que Jesucristo ha realizado por vosotros, sin importar vuestras circunstancias o cualquier adversidad, simplemente venid sin miedo ante mí. Si deseáis seguir la voluntad del Espíritu Santo, entenderéis su propósito. No se trata de cómo se hace, sino que, gracias a Jesucristo, esto ya se ha logrado para vosotros.

Seguir la Guía del Espíritu Santo Día a Día

Mis hijos, las personas ajenas a la fe no tienen quien las guíe; solo pueden actuar según sus propios pensamientos. Pero vosotros, mediante vuestra fe en Jesucristo, seréis edificados de ahora en adelante bajo la guía del Espíritu Santo. En la vida cotidiana, seguid al Espíritu Santo y examinad cuidadosamente todas las intenciones que provienen de Él, que son suaves y sutiles, y no son manipuladoras de personas. Si decidís aceptar lo que Él revela en vuestro interior, podréis vivir esa clase de vida. Es vuestra participación, así como la obra del Espíritu Santo, lo que se logra conjuntamente.

Caminar con el Espíritu Santo

Las cosas del cielo no se hacen solas; en todo, camináis con el Espíritu Santo, no con el conocimiento y razonamiento humano, sino con la vida verdadera que viene del cielo dentro de vosotros. No veáis las cosas de este mundo y vuestras circunstancias con vuestros propios ojos, sino que con un corazón humilde y suave, dispuestos a renunciar a vuestras propias opiniones y gustos, con determinación, optad por lo que el Espíritu Santo os revela.Ustedes entienden la intención del Espíritu Santo, pero su carne se resiste a enfrentarlo. Porque las cosas celestiales no tienen honor terrenal, su carne inevitablemente lo evitará. Pero si su voluntad elige lo celestial, recibirán sin duda una fuerza celestial, que se añadirá en lo profundo de sus corazones, haciéndolos fuertes y valientes, sin miedo, y además llevarán a cabo esa acción.

Actuar con Amor y Cielo en el Corazón

Todos los que optan por seguir al Espíritu Santo son de naturaleza celestial, y actuarán en todo con amor, serán santos, sin pecado, sin buscar su propia gloria, deseando únicamente sacrificarse y amar a todos. No importa cómo compartan, den o sirvan a todos, no les faltará nada, porque al hacer esto, están cumpliendo mi voluntad, y yo les daré aún más, para que compartan y den más, y la gracia del reino celestial se manifestará en sus manos.

La Humildad como Camino al Reino de los Cielos

Ustedes no han acumulado nada en esta tierra, y lo que reciben del cielo también es así, no es para su uso personal ni para ostentación. Sino que son humildes, dispuestos a ser ocultos, solo esperando actuar según la voluntad del Espíritu Santo, sin mostrar vanidad por iniciativa propia, solo eligiendo la voluntad del Espíritu Santo que viene a ustedes.

El Amor como Testimonio de Vida Celestial

En el amor, muestran que el reino de los cielos está entre ustedes. Estas cosas no se hacen con la voluntad o el pensamiento humano, sino por la vida celestial, que se manifiesta en el amor, llenando y mostrándose en sus corazones. Lo que hacen es un acto de amor, un acto celestial.

Amar a la Manera de Jesucristo

Deben amar a todos a la manera de Jesucristo, sin juzgar a nadie, solo con amor y paciencia, haciendo todas las cosas. El testimonio que ofrecen es el más sublime.


¿Cómo podríamos reconocer y entender mejor la voluntad del Espíritu Santo en nuestras vidas?

Para reconocer y entender mejor la voluntad del Espíritu Santo en nuestras vidas, es fundamental cultivar una relación íntima con Dios a través de la oración y la meditación en la Palabra. La Biblia nos enseña que el Espíritu Santo actúa en nuestro interior, iluminando nuestra mente y guiando nuestro corazón hacia la verdad de Dios.

  1. Oración y búsqueda de revelación: Es esencial pedir al Señor que nos conceda el «espíritu de sabiduría y revelación» (Efesios 1:17). Al orar, debemos estar abiertos a la dirección del Espíritu y dispuestos a escuchar Su voz.

  2. Iluminación del entendimiento: El Espíritu Santo ilumina nuestros corazones y mentes, ayudándonos a comprender la voluntad de Dios. Efesios 1:18 menciona que debemos tener «los ojos de nuestro entendimiento iluminados» para conocer la esperanza a la que hemos sido llamados.

  3. Colaboración entre el espíritu y la mente: Es importante reconocer que el espíritu y la mente trabajan juntos. El espíritu nos da una intuición sobre la voluntad de Dios, y nuestra mente debe esforzarse por entender y discernir esa revelación. Esto implica estudiar las Escrituras y reflexionar sobre lo que el Espíritu nos está comunicando.

  4. Sensibilidad a la guía del Espíritu: Debemos ser sensibles a las impresiones y convicciones que el Espíritu Santo pone en nuestro corazón. Esto puede manifestarse como una paz interior, una convicción fuerte o una dirección clara en momentos de decisión.

  5. Comunidad y consejo: Buscar la sabiduría de otros creyentes y líderes espirituales también es crucial. A menudo, el Espíritu Santo habla a través de la comunidad de fe, y el consejo de otros puede ayudarnos a discernir la voluntad de Dios.

  6. Práctica y obediencia: Finalmente, es vital actuar en fe y obedecer lo que entendemos como la dirección del Espíritu. A medida que seguimos Su guía, nuestra capacidad para reconocer Su voz y voluntad se fortalecerá.

Al integrar estos aspectos en nuestra vida diaria, podemos llegar a comprender y seguir más plenamente la voluntad del Espíritu Santo en nuestras vidas.

¿Cómo podemos superar la resistencia de nuestra carne a las cosas celestiales y optar por lo celestial?

Para superar la resistencia de nuestra carne a las cosas celestiales y optar por lo celestial, es fundamental entender que la lucha no se da en nuestras propias fuerzas, sino a través de la obra del Espíritu Santo en nosotros. Según las enseñanzas bíblicas, la carne y el espíritu están en constante conflicto (Gálatas 5:17), y es el Espíritu quien nos ayuda a vencer las inclinaciones de la carne.

Primero, debemos reconocer que no podemos modificar o educar nuestra carne por nosotros mismos. Los esfuerzos humanos, como establecer reglas o regulaciones, son insuficientes para transformar nuestra naturaleza pecaminosa (Colosenses 2:21-23). En lugar de intentar controlar la carne, la clave es permitir que el Espíritu Santo actúe en nosotros.

Esto implica vivir en el Espíritu y caminar por fe, confiando en la resurrección de Cristo. Cuando nos escondemos en Cristo y dependemos de Su poder, el Espíritu puede trabajar en nosotros para vencer las pasiones de la carne. Gálatas 5:16 nos instruye: «Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.» Al hacerlo, encontramos que no actuamos según nuestras inclinaciones naturales, sino que nos alineamos con la voluntad de Dios.

Además, es esencial mantener una relación constante con Dios a través de la oración y la lectura de Su Palabra. Al buscar Su presencia y Su guía, nuestros ojos se abrirán a la realidad de nuestra condición y a la necesidad de la muerte de nuestra carne. La muerte a la carne es un proceso continuo que nos permite experimentar la vida en Cristo (Romanos 6:5).

Finalmente, debemos estar dispuestos a permitir que el Espíritu Santo nos muestre nuestras debilidades y nos lleve a una comprensión más profunda de nuestra necesidad de Su gracia. Al aceptar nuestra incapacidad y rendirnos a Su obra, podemos experimentar la victoria sobre la carne y optar por lo celestial.

¿Cómo podemos demostrar el amor de Jesucristo en nuestras acciones diarias y tratar a todos con amor y paciencia?

Para demostrar el amor de Jesucristo en nuestras acciones diarias y tratar a todos con amor y paciencia, es fundamental adoptar una actitud de servicio y compasión hacia los demás. Aquí hay algunas maneras prácticas de hacerlo:

  1. Servir a los demás: Siguiendo el ejemplo de Jesús, quien dijo que vino no para ser servido, sino para servir (Marcos 10:45), podemos buscar oportunidades para ayudar a quienes nos rodean. Esto puede ser tan simple como ofrecer una mano amiga a un vecino o escuchar a un amigo que está pasando por un momento difícil.

  2. Mostrar interés genuino: Es importante ver a cada persona como valiosa y digna de amor. Como se menciona en los documentos, debemos sentir que cada ser humano es «hermoso» y digno de nuestro interés, independientemente de su situación. Esto implica escuchar activamente y mostrar empatía hacia los demás.

  3. Practicar la paciencia: La paciencia es una virtud clave en nuestras interacciones. En momentos de frustración, recordar que todos estamos en un proceso de crecimiento puede ayudarnos a ser más comprensivos. La Escritura nos anima a ser pacientes y a no juzgar rápidamente a los demás (Santiago 1:19).

  4. Amar incondicionalmente: El amor de Dios es incondicional y abarca a todos, incluso a aquellos que no lo conocen o que están lejos de Él (Juan 3:16). Debemos esforzarnos por amar a todos, no solo a aquellos que nos son agradables o que comparten nuestras creencias.

  5. Perdonar: El perdón es una expresión poderosa del amor de Cristo. Al perdonar a quienes nos han ofendido, reflejamos la gracia que hemos recibido. Esto no solo libera a los demás, sino que también nos libera a nosotros mismos de la carga del rencor.

  6. Orar por los demás: La oración es una forma de mostrar amor y preocupación por los demás. Al interceder por ellos, estamos reconociendo sus necesidades y pidiendo a Dios que actúe en sus vidas.

  7. Ser un ejemplo de amor: Nuestras acciones deben reflejar el amor de Cristo. Esto significa actuar con integridad, ser honestos y tratar a todos con respeto, independientemente de sus circunstancias.

Al vivir de esta manera, no solo demostramos el amor de Jesucristo, sino que también inspiramos a otros a hacer lo mismo, creando un ambiente de amor y paz en nuestras comunidades.


La voluntad del Espíritu Santo

La voluntad del Espíritu Santo es fundamental en la vida del creyente, ya que se manifiesta a través de la guía y la dirección que proporciona en el camino de la fe. Según las enseñanzas bíblicas, el Espíritu Santo no solo revela la voluntad de Dios, sino que también capacita a los creyentes para cumplirla.

Primero, es importante entender que el Espíritu Santo actúa en el corazón del creyente, ayudando a que su voluntad se alinee con la de Dios. En Filipenses 2:13 se menciona que «Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad». Esto indica que el Espíritu Santo trabaja en nosotros para que deseemos y realicemos lo que es conforme a la voluntad divina.

Además, el Espíritu Santo también proporciona discernimiento y entendimiento de la voluntad de Dios. En Efesios 5:17 se nos exhorta a no ser insensatos, sino a entender cuál es la voluntad del Señor. Esto implica que, a través de la iluminación del Espíritu, los creyentes pueden conocer y seguir la dirección que Dios tiene para sus vidas.

La disposición del creyente es crucial. Como se menciona en los documentos, es necesario tener un espíritu flexible y dispuesto a seguir la guía del Espíritu Santo. Esto se refleja en la actitud de oración y en la búsqueda activa de la voluntad de Dios, como se ejemplifica en la vida de aquellos que piden a Dios que les haga dispuestos a cumplir Su voluntad.

En resumen, la voluntad del Espíritu Santo se manifiesta en la vida del creyente a través de la transformación interna, el discernimiento de la verdad y la capacidad de actuar conforme a la voluntad de Dios, siempre que el creyente esté dispuesto a someter su propia voluntad a la de Dios.

Superar la resistencia a lo celestial

Superar la resistencia a lo celestial implica reconocer que nuestra lucha no es simplemente contra fuerzas terrenales, sino contra poderes espirituales que operan en el ámbito sobrenatural. En Efesios 6:12 se nos recuerda que «no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.»

Para vencer esta resistencia, es fundamental mantener una vida de oración constante y ferviente. La oración es una herramienta poderosa que nos conecta con Dios y nos permite acceder a Su fuerza. En Lucas 18:1, se nos exhorta a «orar siempre y no desmayar.» Esto significa que debemos persistir en nuestras peticiones, incluso cuando parece que no hay respuesta inmediata.

Además, es importante recordar que nuestra victoria proviene de la fe en Cristo. En Apocalipsis 12:11 se nos dice que «ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos.» Esto nos enseña que, al confiar en el sacrificio de Jesús y compartir nuestro testimonio, podemos superar cualquier resistencia que enfrentemos.

Finalmente, debemos estar equipados con la armadura de Dios, como se describe en Efesios 6:13-17. Esta armadura incluye la verdad, la justicia, el evangelio de la paz, la fe, la salvación y la palabra de Dios. Al vestirnos con esta armadura, estamos preparados para enfrentar y superar cualquier resistencia espiritual que se interponga en nuestro camino hacia lo celestial.

Manifestar el amor de Cristo

Manifestar el amor de Cristo implica vivir de una manera que refleje Su amor y compasión hacia los demás. En la Escritura, se nos enseña que el amor de Cristo se manifiesta a través de nuestras acciones, palabras y actitudes. Por ejemplo, en 1 Juan 4:19 se nos recuerda que «nosotros amamos, porque él nos amó primero». Esto significa que nuestro amor hacia los demás debe ser una respuesta al amor que hemos recibido de Cristo.

Además, en Efesios 5:2 se nos instruye a «andar en amor, así como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros». Esto sugiere que manifestar el amor de Cristo implica sacrificio y entrega, buscando el bienestar de los demás antes que el nuestro.

También es importante recordar que el amor de Cristo no es solo un sentimiento, sino una acción. En Gálatas 5:13-14 se nos dice que «por amor servíos unos a otros». Esto implica que debemos estar dispuestos a servir y ayudar a los demás, mostrando el amor de Cristo a través de nuestras obras.

Finalmente, manifestar el amor de Cristo también significa ser un testimonio de Su gracia y perdón. En Colosenses 3:13 se nos exhorta a «perdonar unas a otras, si alguno tuviera queja contra otro; así como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros». Al perdonar y extender gracia a los demás, reflejamos el amor incondicional de Cristo en nuestras vidas.

En resumen, manifestar el amor de Cristo es vivir de manera que nuestras acciones y actitudes reflejen Su amor, compasión, sacrificio y perdón hacia los demás.

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